miércoles, 12 de abril de 2017

La Imagen: ¿El beso de Judas?



"La historia de la fotografía puede ser contemplada como un diálogo entre la voluntad de acercarnos a lo real y las dificultades para hacerlo" Joan Fontcuberta

Fontcuberta, autor de este libro, afirma que la fotografía SIEMPRE MIENTE, incluso cuando parece que lo captado es instantáneo y casual. El buen fotógrafo será el que sea capaz de "mentir bien la verdad". 

Coincido con él en que al final lo verdaderamente importante, más allá de esa realidad presentada por la foto que este autor considera que es siempre mentira, es cuál sea el control ejercido por el fotógrafo para imponer una dirección ética a su mentira. 

Sin embargo, no estoy 100% de acuerdo con su visión de la imagen como sinónimo de mentira. Mi reflexión es la siguiente: es cierto que una imagen miente en función de cuál sea la intencionalidad del emisor (en este caso el fotógrafo) pero, ¿no ocurre lo mismo con cualquier otra forma de transmisión de información? 

De hecho, si tuviera que comparar una fotografía sobre algún suceso (obviando la imagen de estudio preparada y refiriéndome a la toma de imágenes espontánea) y la descripción de eso que está ocurriendo, diría que la fotografía es más fiel y me acercará siempre más a conocer la realidad existente que un texto, en el que influyen más factores ligados al emisor (su capacidad de expresarse correctamente, su destreza al explicarse, sus conocimientos previos del tema, su estilo al escribir...). 

Es cierto que el fotógrafo, dueño de aquello que quiere transmitir, con un determinado enfoque, un encuadre diferente o un cambio en la luz, puede provocar sensaciones muy distintas en el receptor de la información, pude "manipular" el mensaje que se está transmitiendo. Pero acaso, ¿no ocurre lo mismo cuando relatamos una historia? ¿no damos hasta en la noticia más impersonal algo de nosotros que afecta de una forma u otra a ese mensaje que estamos transmitiendo?

Desde el ámbito publicitario, por ejemplo, se ha optado por la imagen como mecanismo que evoque sensaciones y despierte en el receptor necesidades que no tenía para consumir. Personalmente, no creo que esta elección se haga porque la imagen "miente más", sino porque es más llamativa y en una sociedad que avanza a gran velocidad, detenerse a leer un texto, y ser capaces de emocionarnos con él es un reto cada vez más complicado hasta para el mayor de los novelistas. "Una imagen vale más que mil palabras". Una frente a mil. Es mucho más eficaz y sencilla a la hora de transmitir información. Pero no creo que mienta más.  

Además, ¿no es cierto también que aspectos como la cultura, la religión, el contexto socio-económico e infinidad de estímulos más son clave cuando interpretamos los mensajes? No es solo la herramienta que utilizamos en el proceso comunicativo. Hay mil facto Entonces, reducir el problema a la afirmación de que la imagen siempre miente, creo que no es acertado. 

Recuerdo que en la carrera (Periodismo) nos dijeron que la objetividad no existe. Obviamente, hay casos más exagerados que otros pero siempre terminas, aunque sean no intencionados, dando algo personal a ese mensaje, bien sea por tus ideas, por tu formación... 

Por tanto, si creo que la imagen ha tomado protagonismo como forma de control social, no es tanto por ser una herramienta estratégica para la mentira, sino porque la inmediatez, la eficacia y la rapidez que particularmente ofrece para transmitir un mensaje, se ajusta a la perfección a la forma de vida actual: acelerada y con poca capacidad de atención. 

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Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.